viernes, 20 de julio de 2007

LA TRILLA

















































La siega




Se llegaba a las tierras y se hacían los ataderos de las moragas de centeno que se habían guardado el año anterior. Se cogían dos manojos pequeños de centeno y se ponían uno hacia cada lado, con las espigas juntándose; se hacía un nudo por debajo de la espiga y se ataba. Se iban dejando a un lado y luego servían para atar las gavillas y hacer los haces.
Después se cogía un surco cada uno de los segadores y se iba segando hasta que se acababa la tierra. Se iban haciendo gavillas, que eran un brazado del cereal que se estuviera segando, y con tres gavillas se hacía un haz y se ataba con el atadero.
Los haces se iban echando a un lado para recogerlos después y hacer la mostela.Para hacer la mostela se juntaban los haces y se iban poniendo unos encima de otros haciendo cuatro o seis filas.


En la fila de tocando al suelo se ponían más haces, y luego se iban poniendo cada vez menos en las filas de arriba; de esa manera no se caían los haces. En cada tierra se hacían tres o cuatro mostelas y a veces más, según las cargas que hubiera, y se dejaban allí hasta que se iba a acarrear.
Iba toda la familia a segar: lo mismo iban los hombres que los chicos, y también las mujeres. Si la mujer se quedaba en casa, se solía venir a comer al pueblo; y si iba a segar, se llevaba la comida al campo y se comía allí.


A segar se iba muy pronto, a veces a las cinco o las seis de la mañana, y sólo se descansaba una hora o así para almorzar.


Luego se comía a la una del mediodía. Si se comía en la tierra, se solían llevar unas sopas de ajo o recocidas y un torrezno”,o un trozo de chorizo..... lo que hubiera en casa.


En aquellos tiempos se tenía poco. El que tenía chorizo, llevaba chorizo, y el que no, pues tocino rancio.
El centeno se molía para los cochinos,el trigo se vendía para hacer harina y después para comprar o hacer el pan; la cebada se echaba a los machos y la avena a las gallinas, aunque las gallinas comían de todo.


Con el centeno también se sacaba encañadura, pero eso se hacía ya en la era. Se cogía un manojo y se golpeaban las espigas en una tabla o en un banco de madera para que cayera el grano.Después se daban unos golpes al manojo para que igualaran las espigas y se juntaban varios manojos para hacer la moraga, que se ataba por arriba y por abajo y se guardaba en el pajar hasta el año siguiente.
Antiguamente algunos venían cantando todo el camino, y otros rezando, bueno... , jurando quiero decir. Y el que no tenía caballería iba y venía andando y con la alforja al hombro.En las alforjas llevábamos la comida y una bota o garrafa de vino, o una botija de agua. La botija era como un cantarito pequeño, con una boca estrecha y un asa. La boca se tapaba con un tapón para que no se fuera el agua que allí se mantenía mas fresca.


Comenzaba la temporada con la siega a hoz y más tarde a guadaña del centeno de secano; a continuación la cebada y por fin el trigo de regadío.
Con la mies segada se hacían gavillas que se alineaban a lo largo de la finca formando morenas paralelas por entre las cuales el motril conducía el carro de vacas armado al efecto con los dos verbiones sobre el tablero del carro en cuyas ranuras iban metidos los armantes o picos altos, atacados con las pinas para darles la inclinación adecuada, bastante más abiertos en la parte alta que en la correspondiente a la baja de los verbiones.


En la parte trasera del carro se colocaba la rabera para prolongar en este sentido la longitud del carro otro tanto como lo era el tablero del mismo. En la parte delantera estaban las corzas fijas de hierro en unos carros, o provisionales de madera en otros, desde las cuales un cordel iba de una lado a otro de la parte anterior de las latillas de los picos o armantes para prolongar la carga del carro hasta encima de la cabeza de la pareja de las vacas.


Así armado el carro avanzaba entre las morenas y una persona iba apurriendo las gavillas al carro con el cargador de madera y otro en el carro las colocaba con una hoz con las espigas hacia dentro dando varias vueltas en redondo y por lo tanto subiendo en altura la mies; que al fin se sujetaba con dos sogas que iban desde la vara del carro, por encima de la mies hasta por detrás de la rabera para atarlas a ambos extremos del verbión trasero, y así no se caía nada por los caminos en su viaje a la era; pero antes de emprender este viaje se peinaba bien el carro con el rastro para que las espigas no quedaran trabadas en los zarzales del camino.






El trabajo en las eras



Primero se barría la era y se preparaba para cuando se trajeran los haces. Después se "acarreaban" los haces con el carro y se traían desde las tierras hasta las eras. Luego se hacían las hacinas, que eran los montones donde se colocaban los haces y, por último, se trillaba.
Para trillar se empezaba por echar la parva, que consistía en desatar los haces y echarlos extendidos por toda la era. Luego se enganchaban los machos al trillo y... ¡a trillar!. Y después se tornaba con la horca para dar la vuelta a la parva y que todo quedase bien trillado.



Este era el momento cumbre, porque inmediatamente había que meter a trillar a todas las parejas disponibles con sus trillos de pedernales correspondientes, girando unos en un sentido y los otros en el contrario, mientras dos personas mayores entornaban con horcas la trilla para ir sacando de abajo el bálago para que le atacaran los trillos.Si en este primer momento de la trilla llegaba una nube y se calaba de agua el bálago, era como para echarse a temblar; porque había que interrumpir la faena, esperar a que se secara la parte superior y darle una vuelta diaria a la trilla entera durante los días sucesivos,a toda aquella masa de varios carros de bálago hasta que se secara, lo que requería un esfuerzo sobrehumano que se acrecentaba con las demás labores de aquellos días.



El trabajo de la trilla en aquellos días de agosto y septiembre, en plenas horas de la siesta y con aquel calor sofocante, en un ambiente de polvo y sudor pegajoso, los trilladores envidiaban la suerte del perro que dormitaba tranquilo a la sombra del carro a la vera de la trilla y soñaban con ríos de agua fresca mientras sus manos se ensuciaban al recoger las boñigas de las vacas escagarruciadas,para evitar tener que parar la trilla por ese motivo.



Las vacas que tiraban del trillo llevaban peor suerte; fatigadas, se sentían asfixiar con aquel calor y polvo que intentaban mitigar jadeando y sacando la lengua cuanto podían y a veces "moscaban", emprendían veloz carrera arrastrando el trillo a través de las eras huyendo de la picadura de las moscas perneras.



Por fin, a la caída de la tarde se atropaba la trilla con la pareja de vacas tirando del atropador sobre el que iban sentados los chavales, formando una parva que iba incrementándose con la trilla de días sucesivos, para al fin del verano encontrar en las eras tantas parvas como eran las variedades de cereales trillados. De este modo las eras, llegado este momento, parecían un campamento compuesto de tantas tiendas como parvas diseminadas por aquella gran extensión de terreno en que el pueblo entero se afanaba en las mil labores de la recolección,cada uno en su era y según la cantidad de cereales de los que disponía.



El montón de paja y grano se hacía con bieldas y bieldos y se dejaba en medio de la era. Al día siguiente se volvía a echar otra parva, y así todos los días hasta que se acababa.
La era se barría con una escoba,se cogían ramas para hacerlas en zonas húmedas,el río......, se ataban y con eso se hacían las escobas.



Cogíamos una hoz y cortábamos los cardos, y luego barríamos la era con las escobas "pinchudas" o "garranchudas" antes de descargar los haces.
Los haces se descargaban del carro y se echaban al suelo. Luego se hacía la hacina. La hacina se hacía toda la era adelante, se ponían unos haces encima de otros como hacemos con la leña. Se hacía una hacina por cada clase de grano: una para el trigo, otra para la cebada, otra para la avena y otra para el centeno, porque entonces se sembraban de los cuatro panes.
Primero se trillaba la cebada, luego el trigo, después la avena y luego el centeno para sacar bálago y hacer las moragas.



Más tarde teníamos que "esgranar" el centeno -dando golpes a los puñadillos en un banco- para poder hacer la moraga.
También había que beldar y poner la paja a un lado y el grano a otro. Las granzas se colocaban al otro costado. Y, entonces, los hombres... ¡dale que te pego a la volandera!, a la máquina de beldar. Aunque también se beldaba a bieldo cuando no se tenía máquina.
La aventadora de mano o máquina de beldár,liberó al personal de la labor tediosa de madrugar para aprovechar la brisa del amanecer o la de la última hora de la tarde para separar el grano de la paja a fuerza de darle al bieldo miles de veces cara al viento, para terminar cribando todo el muelo de cereales antes de meterlo en las quilmas.



Como cesara el viento y no se terminara la labor en el día, tenía que dormir alguien en la era para cuidar la cosecha. A veces, por esta circunstancia dormía en las eras la mitad del pueblo; pero el pueblo entero vivía en las eras los meses de julio, agosto y septiembre entre trillar y limpiar los cereales.



Después había que llevar la paja a los pajares. Se llenaban los carros "esnas" de paja y se descargaban al lado del pajar. En el pajar había un "bocarón"y se metía la paja por el con los bieldos.
Para llevar la paja había quien ponía unas redes: una red adelante y otra atrás. Estas redes hacían como una especie de bolsas y así se podía llevar más paja a un mismo tiempo.



El fin de la trilla era una fiesta,sobre todo en años en los que se llenaban las bodegas y pajares de cada vecino.
Trillaban igual los hombres que las mujeres, y también lo hacían los chicos.
El trillo es como una tabla grande de madera. Lleva un enganche adelante, en el cabezal, y ahí se enganchaban las vacas y... ¡a dar vueltas!. Poníamos un "siento" dentro del trillo y allí nos sentábamos.
Una vez te metías en el trillo, si querías cantar, pues cantabas. También nos dormíamos algunas veces. Había quien cantaba muy mal. Al lado de mi era trillaba una mujer que cantaba:
A veces arrollaba el trillo. Esto era cuando cogía la paja entre las piedras de la era y las sierras del trillo y lo iba recogiendo todo. Se ve que había algún nudo entre las pajas y el trillo empezaba a arrollar.
Cuando te dormías en el trillo, las vacas daban vueltas y más vueltas por el mismo sitio y no se trillaba lo demás de la parva. Algunas veces, según estabas durmiendo, cogían las vacas y se salían de la era con trillo y todo.


A la era se llevaba la "botija" y el porrón. Almorzábamos allí y luego echábamos un trago de agua o de vino de cuando en cuando. Para almorzar... se llevaba lo que hubiera: a veces un poco de cebolla y un cacho de pan, otras llevábamos un "torreznillo".
Mientras estábamos trillando, veníamos a comer a casa, porque tenían que descansar los animales.
Por la tarde se volvían a uncir las vacas y se terminaba de trillar la parva. Después de merendar se recogía la parva con un palo largo que se llamaba rastra. Llevaba una soga a cada lado que se ataba al ubio
de las vacas, después se recogía lo que quedaba con unos rastros y se amontonaba todo.
Para sacar bálago cogíamos los puñados de centeno y los sacudíamos para que "caerían" las pajas más cortas. Luego pisábamos las puntas de atrás para sacar las más largas y dábamos unos golpes en un banco para soltar las espigas,para que se "esgranaran" y cayera el grano al suelo. Y después con esos manojos íbamos haciendo la moraga. Luego se ataba la moraga y se guardaba en el pajar o donde fuera para hacer los ataderos al año siguiente.
Se beldaba con el bieldo hasta que tuvimos máquinas. Se beldaba con un bieldo de madera que tenía gajos. Sólo se podía beldar cuando hacía aire solano o bajero, que eran los dos aires con los que se beldaba.
Después había que entalegar el grano, cargarlo en los carros y traerlo a la bodega de casa. Y luego, para llevarlo a vender, teníamos sacar otra vez los sacos de la bodega y cargarlos en los carros.

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